
Dice un proverbio popular que hay lugares en los que se llora dos veces: el día que llegas, y el día que te marchas. Pues bien, así me sentí al marcharme tras una estancia de casi un año en Bornholm, la isla danesa que introduje en el anterior artículo.
Llegué en ferry desde Suecia, el 30 de agosto de 2020, en los últimos suspiros del primer verano COVID. Tras un año viviendo en Copenhague, la única empresa que había decidido contratarme de manera temporal bajo un convenio con mi programa de estudios se ubicaba a las afueras de Rønne, la principal ciudad de la isla. Pese a que inicialmente me sentí frustrado por no haber encontrado otra oferta de trabajo en la Dinamarca continental, ese sentir pronto se transformó en uno de apreciación y satisfacción al poder vivir una temporada en un lugar tan bello y único.

A partir de aquí, y esperando que hayas leído el artículo previo, os cuento como es la vida diaria de esta isla y que cosas se pueden hacer, así como algunas de mis experiencias personales. Mi primera recomendación es, si ya conoces gente danesa, es preguntar si conocen a alguien de Bornholm. Si es así y os pueden poner en contacto, tener a alguien que conozca la isla de primera mano facilitará mucho las cosas.
Como he mencionado, vine a esta isla para trabajar, contratado por BOFA, la entidad pública de gestión de residuos. Inicialmente fue un contrato de 4 meses que se amplió a un total de 12. Trabajé en un proyecto europeo de gestión de residuos, WASTEMAN, y otras tareas relacionadas con la visión cero residuos aprobada para el año 2032. Gracias a ello, no solo trabajé desde el ordenador, sino que pude visitar distintos pueblos de la isla donde realizamos pruebas de recogida selectiva y estudiar sus hábitos de reciclaje, algo que desde lo profesional, me estimula mucho.
En general, la experiencia laboral fue positiva: he tenido la oportunidad de trabajar durante un año para una entidad pública danesa, en los campos de la sostenibilidad y la economía circular. Además, desde un punto de vista del idioma, me ha servido muchísimo, pese a que mi trabajo era en inglés, el resto del tiempo los colegas hablaban en danés, lo que me hizo mejorar bastante en este aspecto. En general, el ambiente en esta empresa ha sido cordial pero profesional al mismo tiempo, en las pausas de café y comida se hacían bromas de todo tipo, y cuando había que trabajar duro, se trabajaba. Algo que me ha sorprendido han sido la cantidad de reuniones, en Dinamarca gustan mucho.
Sin embargo, también tuve una experiencia desagradable en la entidad, con las acciones de un colega con poca experiencia laboral pero mayor autoridad que, de forma manifiesta, me devaluaba, en ocasiones tomaba crédito por mi trabajo y además prometía unas cosas que luego no cumplía. Creo, sin embargo, que se trata de un comportamiento muy poco danés, pero me convenía ponerlo por escrito para dejar constancia que en todos sitios cuecen habas, y esta sociedad no es una excepción. De todas maneras, las malas experiencias también sirven para aprender y crecer como profesional.
Ahora, ¿y el tiempo libre? ¿Qué cosas pueden hacerse en Bornholm? Bueno, esta isla es, fuera de la temporada de verano, un lugar tranquilo. Así que no existe una comunidad internacional como tal, o grandes eventos. Es más bien un entorno familiar, y raro es pasear por el centro de Rønne un domingo por la tarde en invierno y cruzarte con más de 5 personas. Ojo, esto no implica que no haya cosas para hacer, sino que hay que buscarlas, y obviamente todas van a celebrarse en danés y tener un contexto local.

En primer lugar, me ayudó mucho a la hora de integrarme, jugar a fútbol. Nada más llegar me apunté a uno de los equipos locales, RIK, donde entrenaba una vez por semana y otro día jugábamos partido. Recomiendo a cualquiera que se mude a un nuevo lugar, buscar este tipo de actividades, ya sean deportes de equipo, actividades en grupo como yoga o pilates, entidades de voluntariado, etcétera. Encontrarás gente local con intereses comunes, lo que sirve para abrirse paso en una sociedad nueva.
Seguidamente, y esto depende claro, de lo mucho o poco que te apetezca sociabilizar, está la vida en los bares. Mi caso es sencillo: por norma general, me encanta ese ambiente. Siempre que la situación lo permitía, acudía semanalmente a uno o dos de los bares locales, a tomarme una cerveza y escribir o conversar con otras personas. Ya con la suspensión gradual de algunas restricciones, la llegada del verano y la celebración de la Eurocopa, fui testigo de cómo se viven estos grandes eventos este país. Ya que hacía 29 años que Dinamarca no llegaba tan lejos en un gran torneo de fútbol, cada partido fue una verdadera fiesta.

Otro de los elementos que hace especial a esta isla es su naturaleza, única en toda Dinamarca. Especialmente durante el primer invierno de pandemia, vivir en Bornholm me dio la oportunidad de salir cada fin de semana a explorar distintas rutas naturales de la isla, como detallo en este artículo, o iniciarme en la tradición escandinava del baño de invierno en agua fría. Conforme el tiempo fue mejorando, fui saliendo a descubrir otros caminos, pueblos o restaurantes locales, como las fabulosas casas de ahumados. También visité desde Gudhjem, otra cercana isla, Christiansø, un diminuto lugar administrado por el Ministerio de Defensa donde viven no más de 90 personas.

Además, gracias a un compañero de trabajo, descubrí el mundo de la pesca, un tema que desconocía totalmente hasta ese momento. En varias ocasiones, a distintas horas del día dependiendo de lo que pretendíamos encontrar, salíamos a pescar. Pasamos buenos ratos de conversación y tuvimos más o menos éxito.
Así, pasar este tiempo en Bornholm me ha acercado a una peculiar parte de Dinamarca que algunas personas desconocen. He salido, visitado y explorado distintas áreas que hacen este lugar muy especial. Me he sumergido en las costumbres locales, mejorado con el danés y añadido una experiencia laboral internacional a mi Currículum, lo que siempre da valor.
Si ahora tenéis ganas de ver en mayor detalle esta isla, podéis hacerlo a partir del minuto 14 en este episodio de “Valencians al món” de À Punt, la televisión valenciana, a la que recibí en la isla el pasado mes de abril.

Hej!
Un resumen muy detallado, je je todas las experiencias son buenas para el futuro, y si son de lugares tan lejanos, mejor todavía. Al igual que tú me he tenido que amoldar a costumbres y tradiciones de Suecia totalmente distintas a las que tenía en España, y bueno ni que decir sobre el idioma donde todavía el sentido del humor sueco no lo pillo todavía 😉 Seguro que luego te quedará un buenísimo recuerdo y muchísimas ganas de volver.
Un saludo desde Kalmar
Pablo
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